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15 de mayo    DOMINGO  5º  DE  PASCUA

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 “… Como yo los he amado, ámense también unos a otros”  (Juan 13, 31-35)

 

Los cristianos iniciaron su expansión en una sociedad en la que había distintos términos para expresar lo que nosotros llamamos hoy amor. La palabra griega más usada era ”philia” que designaba el afecto hacia una persona cercana y se empleaba para hablar de la amistad, el cariño o el amor a los parientes y amigos. Se hablaba también de ”eros” para designar la inclinación placentera, el amor apasionado o sencillamente el deseo orientado hacia quién produce en nosotros goce.

Los primeros cristianos abandonaron esta terminología y pusieron de moda otra palabra casi desconocida, ágape”, a la que dieron un contenido nuevo y original. No querían que se confundiera con cualquier cosa el amor inspirado en Jesús. De ahí su interés en formular bien el mandato nuevo el amor: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Como yo los he amado, ámense también unos a otros”.

El estilo de amar de Jesús es inconfundible. No se acerca a las personas buscando su propio interés o satisfacción. Sólo parece interesarse en hacer el bien, acoger, regalar lo mejor que Él tiene: cercanía, compasión, ternura, amor... Lo recordarán así en las primeras comunidades cristianas: ”Pasó toda su vida haciendo el bien”. Por eso, su amor tiene un carácter servicial. Jesús se pone al servicio de quienes lo necesitan más. Se acerca a quienes están desvalidos, los que no tienen a nadie.

Lo habitual entre nosotros es amar a quienes nos aprecian y quieren de verdad, ser cariñosos y atentos con nuestros familiares y amigos. Lo normal es vivir indiferentes hacia quienes sentimos como extraños y ajenos a nuestro pequeño mundo de intereses. Sin embargo, lo que le distingue al seguidor de Jesús no es cualquier amor”, sino precisamente ese estilo de amar que consiste en saber acercarnos a quienes nos pueden necesitar y ofrecerle ternura, compasión, amor... No lo deberíamos olvidar.

 “… Como yo los he amado, ámense también unos a otros” 
Autor:
Monseñor Sergio Pulido Gutiérrez