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DOMINGO 33º del Tiempo Ordinario Domingo 13 de noviembre de 2022

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¿Desaparecerá un día lo que la humanidad está construyendo con tanto esfuerzo, sudor y luchas por tantos siglos y siglos? Respuesta: Sí, desaparecerá. Los científicos no tienen la menor duda: la especie humana, el planeta Tierra, el sistema solar y las galaxias, no existirán para siempre. Se discute si será por exceso de calor o de frío, pero un día todo todo todo terminará. La lejanía de este final no impide que nazcan en nosotros preguntas nada triviales. Si esto es realmente así, ¿qué será de nuestra vida?, ¿cuál es el destino de la Humanidad?, ¿qué decir de ese Dios al que buscan e invocan las diferentes religiones?

Mientras tanto, en nuestras sociedades actuales de Occidente, asentadas en el bienestar, no se quiere pensar en final alguno. Se vive por lo general desde una sensación de seguridad inamovible. Entonces, a pesar de todos los conflictos y tragedias, se piensa que el mundo siempre irá mejorando. No es imaginable la destrucción, sólo el progreso. Les parece que hablar del “fin del mundo” es cosa de pesimistas y exagerados o de visionarios apocalípticos.

Basta, sin embargo, unos hechos como los atentados del 11 de septiembre de 2001 para que el mundo entero enmudezca y todo se tambalee. ¿Y qué decir de la Pandemia de COVID-19, con su colapso sanitario y su impacto negativo en la salud mental y en la gravísima crisis socioeconómica mundial? Ni el poder de los poderosos es tan poderoso ni la seguridad del progreso es tan indiscutible. De pronto parece que se nos descubre un poco más nuestra inconsistencia, nuestra incapacidad para construir un mundo más digno y nuestra impotencia para salvarnos a nosotros mismos. En definitiva: ¡Somos mortales!

Las palabras de Jesús, recogidas en el texto de hoy, son de un realismo sorprendente: la historia estará tejida de guerras, odios, hambres y muertes, y después llegará un día el Fin. Sin embargo, el mensaje de Jesús es de una confianza increíble: hay que seguir buscando el Reino de Dios y su justicia, hay que trabajar por un “hombre nuevo”, hay que seguir creyendo en el amor. “…Con su perseverancia salvarán sus almas”.

 

”…Con su perseverancia salvarán sus almas”. (Lucas 21, 5-19)
Autor:
Monseñor Sergio Pulido Gutiérrez