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DOMINGO 18º del Tiempo Ordinario Domingo 31 de julio de 2022

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Cada vez sabemos más de la situación social y económica que Jesús conoció y él mismo vivió en la Galilea de los años treinta. Mientras en las ciudades de Séforis y Tiberíades crecía la riqueza, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Los campesinos de Galilea se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros cada vez más grandes.

En un pequeño relato Jesús revela qué piensa de aquella situación tan contraria al proyecto querido por su Padre Dios, de un mundo más humano para todos. Jesús narra esta parábola para desenmascarar la insensatez y necedad en que esos ricos viven instalados. Un rico terrateniente se ve sorprendido por una gran cosecha. No sabe cómo gestionar tanta abundancia. “¿Qué haré?”... Su monólogo nos descubre la lógica insensata de los poderosos que solo viven para acaparar riqueza y bienestar, excluyendo de su horizonte a los necesitados.

Este rico planifica su vida y toma decisiones. Destruirá los viejos graneros y construirá otros más grandes. Almacenará allí toda su cosecha. Puede acumular bienes para muchos años. En adelante, solo vivirá para disfrutar. De forma inesperada, Dios interrumpe sus proyectos: “Necio, esta noche, te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.

Este hombre reduce su existencia a disfrutar de la abundancia de sus bienes. En el centro de su vida está solo él y su bienestar. Dios está ausente. También están ausentes los jornaleros que trabajan sus tierras; para él ellos no existen. Las familias que luchan contra el hambre no cuentan. El juicio de Dios es rotundo: esta vida solo es necedad e insensatez… locura!

Este es el hecho más injusto e inhumano de todos los tiempos: ”los ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres” (Zygmunt Bauman).

 

”… Necio, esta noche, te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?” ( Lucas 12, 13 - 21 )
Autor:
Monseñor Sergio Pulido Gutiérrez